Los científicos finalmente pueden tener una explicación de por qué los niños reinan cuando se trata de aprender nuevos idiomas. Utilizando tecnología de resonancia magnética y animación para estudiar los cerebros de los niños, los investigadores descubrieron que los niños procesan información del lenguaje en una región diferente del cerebro que los adultos.
Diferentes áreas en el cerebro controlan diferentes funciones de nuestro cuerpo y habilidades cognitivas. Las funciones cerebrales automáticas, cosas que hacemos casi sin pensar, provienen de la parte del cerebro denominada “área motora profunda”. Cuando los niños adquieren el lenguaje, esta misma parte del cerebro es lo que usan, por lo que el lenguaje es adquirido por una parte más profunda y fundamental del cerebro y el nuevo lenguaje rápidamente se convierte en una segunda naturaleza.
Pero cuando los adultos aprenden un segundo o tercer idioma, sus cerebros funcionan de manera diferente. La ventana de oportunidad para imprimir información y habilidades en la región motora profunda del cerebro es más amplia durante la primera infancia (óptimamente hasta los 7 años) y casi se cierra cuando llegamos a los 18 años. Por lo tanto, los adultos tienen que almacenar información en otro lugar , en una región cerebral más activa. Como consecuencia, los adultos suelen pensar en frases en una lengua materna y luego traducirlas palabra por palabra, en lugar de pensar automáticamente en otro idioma como lo haría un niño. Incluso para las personas con una amplia formación en un segundo idioma en la edad adulta, que sienten que su habla es automática, a nivel neurológico el cerebro sigue funcionando de manera diferente al de un niño.
La investigación sobre la neurología de la adquisición del lenguaje está demostrando que la instrucción temprana de idiomas extranjeros con niños menores de 7 años también es altamente beneficiosa.
Pero, ¿qué pasa con cerebros aún más jóvenes como los de los bebés y los bebés, antes de que aprendan su propia lengua materna? Los investigadores dicen que simplemente enseñar a los niños pequeños los sonidos y acentos de otros idiomas a una edad más temprana puede ser valioso, incluso si no están recibiendo instrucción completa en el idioma, porque se familiarizan con los sonidos. Aprender esos sonidos más adelante en la vida, desde una perspectiva neurológica, puede ser más difícil.
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